A) ¿Cuál era vuestro punto de partida cuando estalló la crisis? ¿Qué herramientas tecnológicas han sido
de mayor utilidad para conseguir teletrabajo efectivo?
La auditoría tradicionalmente ha sido una profesión que se ha desarrollado siempre en lo que comúnmente
conocemos como “casa del cliente”; realmente, las oficinas de muchas firmas de auditoría no tienen
capacidad para albergar a todos sus profesionales simultáneamente, funcionando con mesas compartidas
y no asignadas.
En mis inicios en el mundo de la auditoría, recuerdo como el hecho de estar en la oficina era casi
sinónimo de no tener trabajo (aunque tuvieras mucho), de no estar asignado, por lo que no era la mejor
de las noticias que podías recibir cuando consultabas el planning. Actualmente, gracias a las distintas
herramientas tecnológicas y la digitalización, ya no existe esta mentalidad y nadie puede llegar a pensar
que un auditor trabajando desde la oficina realmente no tiene qué hacer. De hecho, en nuestra firma
hemos creído siempre en los desplazamientos eficientes a clientes, es decir, no vernos obligados a estar
unos días predeterminados en las instalaciones del cliente únicamente porque lo marca un planning,
sino en pensar si nuestro desplazamiento va a servir para poder hablar con la persona necesaria, para
revisar aquella documentación que sólo puede hacerse in situ, para poder hacer la comprobación física
que debe hacerse, etc. Con esto, evitamos desplazar un equipo cuando sabemos que el cliente no estará
disponible para atendernos y centramos el trabajo en avanzar en todo aquello que puede hacerse sin
que sea imprescindible nuestra presencia física en las instalaciones del cliente gracias a que hemos
recopilado la información necesaria en formato digital. Realmente, esto ya es una forma de teletrabajo.
Pues bien, con la crisis sanitaria actual creo que entramos en un concepto de teletrabajo 2.0 en
auditoría: el auditor no trabaja en “casa del cliente”, ni en sus oficinas, sino que trabaja desde su
domicilio. Tecnológicamente hablando, la diferencia es poca; es decir, con un portátil y conexión a
internet se puede organizar una oficina en el comedor de casa. La diferencia entiendo que reside en
dar la visibilidad de ese trabajo al cliente.
Como decía, muchos de nuestros clientes ven con normalidad que nuestra presencia no sea constante
durante todo el desarrollo del trabajo, pero en estos meses creo que hemos tenido que ser especialmente
comunicativos con ellos, utilizando todas las herramientas tecnológicas disponibles a nuestro alcance,
para transmitirles nuestro avance en el trabajo, nuestras dudas, conclusiones, etc. En definitiva,
comunicar a nuestros clientes que el trabajo de auditoría puede adaptarse a un entorno que cambia
rápidamente, que tenemos las herramientas, la flexibilidad y la actitud para hacerlo, pretendiendo
que estos cambios tengan la mínima repercusión en ellos y que la auditoría del ejercicio, pese a todo
esto, pueda desarrollarse con cierta normalidad, aunque esta “nueva normalidad” incluya fases finales
100% online, reuniones virtuales de cierres de auditoría y presentaciones de nuestro informe mediante
videollamadas.
B) En cuanto a la organización del trabajo y de los equipos: ¿Qué se está haciendo bien y qué aspectos
consideráis son susceptibles de mejora?
Nuestra profesión es, por definición, un trabajo de equipo y en equipo. Ya sea en las instalaciones
de nuestro cliente o bien en nuestras oficinas, los miembros de los equipos de cada encargo están
en comunicación constante para plantear la estrategia de auditoría, identificar los riesgos y enfocar
una respuesta a los mismos, organizar tareas y responsabilidades, plantear y resolver dudas de todo
tipo, acompañar y formar en el desarrollo del trabajo, etc. Simplemente de ese contacto constante,
en cada encargo de auditoría se crea un valor, un intangible que se traduce en un mejor y mayor
conocimiento del cliente, en una mejor formación para todos los integrantes del equipo y en un
aporte de experiencia que puede darnos solución a situaciones futuras que la requieran.
La crisis sanitaria actual ha convertido la opción del teletrabajo en una obligación, pero además
con una característica peculiar que es la cautividad; por tanto, la cuestión ya no radica en el dónde
sino en el cómo y el reto no es cómo poder desarrollar cada uno nuestro trabajo sino cómo hacerlo
para que la suma del trabajo de cada uno de los miembros del equipo adquiera el matiz de armonía
y coordinación necesario que pueda convertirla en un “trabajo en equipo”. Una vez más, entiendo
que la clave reside en la comunicación.
Esta comunicación creo que tiene que ser eficiente, enfocada al propósito común y en todas las
direcciones para intentar salvar las máximas distancias posibles con respecto a una reunión presencial del
equipo de trabajo o a un contacto recurrente con éste. La comunicación con el mero objetivo de servir
como control por parte del responsable del equipo sobre el resto de los integrantes de éste entiendo
que no tiene sentido y menos en nuestra profesión en la que el rendimiento se mide por objetivos
cualitativos y cuantitativos. De la misma forma, si los miembros del equipo con menos experiencia no
son especialmente activos en comunicar sus dudas y dificultades pueden verse inmersos en un mar de
incertidumbres que no llevará a buen término el trabajo. Por tanto, creo que la mayor dificultad está en
suplir la sensibilidad y el feedback instantáneo (muchas veces sin palabras) que todos tenemos cuando
trabajamos presencialmente con nuestro equipo y que nos permiten resolver situaciones, dudas e
incidencias, reconducir planificaciones y detectar dificultades de manera inmediata.
Compartiendo mi experiencia, debo decir que en los últimos meses las videollamadas con los equipos
de trabajo han sido constantes, así como las comunicaciones vía telefónica y por email. Puedo decir
que no hemos tenido problemas internos de organización y seguramente nadie se habrá quedado
con una duda por resolver, pero estoy convencida que no es la manera óptima de trabajar en equipo.
Un equipo de auditoría debe poder trabajar junto presencialmente, aunque no sea constantemente,
para que el asistente recién incorporado se sienta acompañado y tenga una referencia, para que el
responsable haga el seguimiento, reorganice y adapte, si es necesario, y para que fluya la información
y las soluciones de una manera más ágil y natural. Adicionalmente, las particularidades del teletrabajo
que hemos vivido estos meses han hecho necesaria, en algunas ocasiones, la reorganización de
horarios para compatibilizar la vida profesional y la personal, con lo que muchos de nosotros hemos
acabado enviando mails a deshoras, perdiendo la oportunidad de una comunicación fluida e incluso
incomodando a algún compañero fuera de su horario laboral habitual.
C) Enseñanzas que deja -y continuará dejando- la crisis de la COVID-19: ¿Qué oportunidades, si es
el caso, habéis detectado? ¿Qué planteáis cambiar /potenciar en el corto y medio plazo?
Como es bien conocido por todo el mundo, de todas las crisis nacen oportunidades y esta no
va a ser diferente. Esta es una crisis sanitaria que afecta a todas las personas por igual y que ha
cambiado nuestra forma de ver el mundo, nuestra manera de socializarnos y relacionarnos y nuestras
prioridades, enfrentándonos a un futuro que además de incierto ahora es totalmente impredecible
y lo que parecía altamente probable un día ahora nos parece prácticamente imposible.
En nuestra firma, desde el primer momento, la prioridad ha sido la salud de todo el equipo humano, por
lo que desde el 13 de marzo y todavía a fecha de hoy, se ha establecido el teletrabajo en domicilio como
norma habitual y los desplazamientos a las oficinas y las visitas a los clientes como algo excepcional
e inevitable.
En puntos anteriores, ya he comentado las ventajas e inconvenientes del teletrabajo, según mi punto de
vista, si bien todos seremos conscientes que el que estamos viviendo no es un teletrabajo al uso sino
un teletrabajo “trampa”. Como madre de un niño de 7 y una niña de 3 años, sabía de las dificultades
de la conciliación de la vida familiar y laboral pero estos meses con los centros educativos cerrados y
el necesario confinamiento de todos, los malabarismos son de nota, y acabamos inmersos en jornadas
en las que las labores de madre, maestra y auditora, entre otras cosas, se confunden y entremezclan en
tiempo y espacio constantemente.
Pues bien, incluso en estas circunstancias podemos detectar oportunidades, pequeños cambios que
pueden hacer nuestro trabajo más eficiente y que pueden darnos mayor visibilidad y relevancia en el día
a día de nuestros clientes. Todos ellos, incluso aquellos más reacios a la digitalización y/o más exigentes
con nuestro trabajo presencial, han podido experimentar cómo seguimos prestando nuestros servicios
aunque no nos vean y a pesar de las dificultades, han podido ver cómo la comunicación puede seguir
siendo fluida y nos han tenido como referentes, a pesar de la distancia física, para resolver dudas ante
un entorno normativo cambiante y colaborar y acompañarles en distintas decisiones empresariales que
han tenido que ir tomando en estos meses de dificultades.
En cuanto a la organización interna, creo que hemos aprendido que el teletrabajo (al uso) desde el domicilio
no sería recomendable y eficiente como para implantarse al 100% en condiciones de “normalidad”, pero
funciona y podría ser perfectamente un modo de trabajo complementario, a seguir ocasionalmente,
y que, además, genera ahorro en tiempo y costes de desplazamiento. Adicionalmente, esta situación
que estamos viviendo nos ha enseñado a valorar la importancia de nuestro acierto en apostar por un
aplicativo que mantiene constantemente actualizado en la nube el trabajo de todo el equipo y hemos
aprendido que podemos avanzar en este sentido, por ejemplo, creando videos monográficos de formación
interna para todos nuestros compañeros que estén siempre disponibles online para ser consultados en
cualquier momento y que podrían servir como complemento o sustitutivo, si es necesario, de los cursos
internos presenciales que organizábamos hasta este momento.
Como he comentado anteriormente, creo que la auditoría no es una profesión que pueda realizarse
individualmente, simplemente mirando una pantalla, necesita de nuestra interacción con el cliente, con
nuestros compañeros y con colegas de otras firmas para generar un mayor conocimiento y crear soluciones
y, en ocasiones, esta interacción puede ser virtual, pero en otras la presencia física es inevitable. El éxito
estará en alcanzar un equilibrio en todo ello.